Podría
prescindir
de ser coherente
dieciocho
horas al día,
para
no prepararte
desayuno
y pucheros.
y
entonces entonar
fuera
de los fogones
sin
horarios,
una
canción muy verde
cerca
de la bandera,
la
que ondea en la lengua
hacia
el Jardín Botánico,
en
donde vaciamos
los
dedos de las llagas.
La
esperanza me asiste.
He
propuesto a una flor
el
polo Sur
de
la calle Alameda,
y
aunque está lloviznando
me
seguirá.
Ha
saltado la reja
-cansada
de mostrar
a los turistas
su
rigor académico-
Ahora
solo
tenemos
que encontrar
a
Julio Verne,
para
que nos dibuje
un
submarino.
(c)Carmen Castejón Cabeceira
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